Hace un par de días la Chini tuvo una nueva “prueba” de su crecimiento e independencia.
El año pasado a su curso en el jardín llegó una compañerita nueva desde Estados Unidos. Ambas conectaron enseguida, sin duda por una cualidad única de empatía y protección que esta peque tiene con nuestra Cande, pero primordialmente por que las dos “se entienden”. Audrey, que es el nombre de la amiga de la Chini, no habla español y digamos que Cande tampoco… jaja. Ambas hablan su idioma y dicen algunas palabras en el idioma del resto. Esto claramente la hizo identificarse una con la otra y hacerse amigas.
Audrey le dice “Candy” y Cande le dice “Lau”.
La cosa es que a principios de esta semana la Mamá de Audrey nos invitó a almorzar en su casa y aprovechar a tener un lindo “play date” , el primero de nuestra Cande.
Como todo niño estos “primeros” eventos son desconocidos al igual que la reacción que ella podía tener a llegar a una casa ajena, jugar con los juguetes y bajo las reglas de otros, etc.
Me prepare para todo… para que no quisiera separarse de mi, para que llorara y desconociera el ambiente, para que se pelearan (como todos los niños) y no supiera resolver la situación por si sola, y mil y una opción.
Por ser la primera vez preferí quedarme y acompañar, de lejos y tomando un café con la adorable mamá de Audrey, a Cande en este nuevo paso.
Y como se imaginarán …. mi presencia sobró. Me dejo maravillada verla desenvolverse como una niña grande. Ni bien llegamos su amiga la tomo de la mano y, en ese idioma propio que tienen entre ellas, la llevo a su cuarto y desaparecieron jugando por horas. Desde donde estábamos las escuchaba reírse a carcajadas, “pelearse” y resolverlo con la facilidad que solo los niños saben hacerlo.
Audrey tiene una hermanita de un año, y la ternura con que Cande le hacía mimos y la cuidaba mientras ambas pasaban como huracán a su lado me fascinó.
Y ustedes se preguntarán, porque dudaste que fuera a salir bien ? Te asusta que por su síndrome de Down le dificulte socializar? La respuesta es no… nada tiene que ver el síndrome de Down. Pero teniendo de parámetro a Iñaki sabía que esos “primeros” eventos a veces cuestan …. pero la Chini me mostró y me volvió a reafirmar con fuerza que cada individuo es ÚNICO, que lo que Iñaki vivió o paso no va a ser lo mismo que con ella y claramente tampoco con Guillermina. Que cada hijo es un mundo y que felizmente todos los humanos somos diferentes, y justamente esas diferencias son las que le ponen sabor a la vida!
Así que bienvenida otro paso de madurez y de crecimiento … por aquí los recibimos de brazos abiertos y sonrisas tatuadas en la cara!!