Ese post me gustaría empezarlo con un dicho que dice así: «haz lo que yo digo pero no lo que yo hago» y esa podría ser la conclusión, algo que creo necesario y honesto hacer con ustedes y conmigo … confesar esto para no volver a hacerlo.
Paso a contarles.
Al principio de este año desde el jardín al que va Cande nos mandaron una nota avisándonos a los papás que comenzaban las clases de natación.
Lo hablamos con Martin y dijimos que nos gustaría mucho que la Chini participara en estas clases, porque sabemos lo que este increíble deporte hace a la postura, fuerza muscular, y como todo deporte , a enseñar disciplina, cosa nada despreciable en cualquier niño de tres años!!!
Al día siguiente le comente a una de las directoras del jardín que estábamos muy interesados en que Cande se sumara a las clases, pero que me gustaría que le preguntaran al profesor a cargo de las mismas si él se animaba al desafío de recibir a nuestra Chini. Aquí empieza a mostrarse mi error.
La cara de la directora fue como de «que raro me hagas esta pregunta», pero muy gentilmente me dijo que lo harían y me contaban la respuesta. La misma fue instantánea …. «obvio que esperamos a Cande en la clase de natación», y sin más allí marchó ella con el resto de sus compañeritos.
Mientras armaba la mochila con su malla, gorra, toalla, etc… tenía un nudo en la garganta, que pasaba si se asustaba?, si lloraba mucho?, si con esa intrepidez que la caracteriza se tiraba de panza al agua y nadie la veía … y, y, y….
Por suerte los papás podíamos ver la clase dese un balcón, asomándonos tratando de que los peques no nos vieran, porque seguramente si esto pasaba el «miedo» y los «mimos» iban a atacar. Así que ahí estábamos varios padres a nuestro escondite camuflándonos cómo podíamos, todos armados de nuestros celulares listos a captar a los futuros Phelps..
Aparecieron todos en filita de la mano, muy ordenaditos y entre estos disciplinados nadadores estaba nuestra Chini, se sentaron en el borde de la piscina y algunos compañeritos no se quisieron acercar al agua, lloraban y se quedaban sentaditos lejos, contenidos por una de la maestra del jardín que los acompañaba. Cande no era una de ellos … no no, ella estaba sentada en el borde, sin llorar y muy feliz pataleando con los pies en el agua. Llego el momento de meterse y ella muy feliz así lo hizo …
Fue ahí en ese momento que me di cuenta de mi error! Yo, que dato no menor le tengo pánico a ahogarme y que nadar ha sido siempre un temon para mí, proyecte eso en ella limitándola y creyendo que no iba a poder.. atentos a lo que digo!, QUE NO IBA A PODER!!. Si no fuera que afortunadamente quienes me rodean no tienen ese miedo y creen, al igual que yo en el potencial de nuestra Chini, capaz no le hubiesen ofrecido esta posibilidad de seguir creciendo, de desarrollarse y sobre todo de encontrar este medio donde es tan feliz !!!
Lección aprendida… » No proyectaré mis miedos en mis hijos, les daré todas las oportunidades y sobre todo creeré en lo que predico en lugar de en mis miedos»
El cielo es el límite, aunque yo le tenga miedo a las alturas !
Muchas veces nos pasa, pero creo que es parte del camino y de esta vida con nuestros pequeños. Alfon soy fiel seguidora tuya, te admiro muchísimo.
Hola! gracias por compartir este espacio. Comparto y comprendo lo de los ‘miedos’ personales, uno no solo proyecta sino que a veces ‘nos proyectan’ miedos de otros, hay que aprender a cuidarse y cuidar al otro, y para ello no todas las personas tenemos las herramientas y/o esos momentos de lucidez, pero al menos tenemos la oportunidad y opción siempre es de uno. Que bueno que le guste el agua ojala mi nena dentro de poco pueda también hacer su primera inmersión
Excelente lección aprendida, pero claro que cuesta mucho soltar. Comparto contigo que mi Maite (de 3 años) me sorprende cada día y me tapa la boca una y mil veces. Si nosotros ponemos límites, imagínate los demás. Por ahí va nuestra tarea. Muchas gracias por compartirlo.
Un abrazo desde Chile y preciosa la Cande.