Otra de las anécdotas de nuestro viaje es esta que encontré muy divertida y a la vez ejemplificadora.
Como les he contado en posts anteriores, en nuestra casa somos de buen y rico comer. Para nosotros cocinar o conocer nuevos restaurantes que tengan una rica propuesta gastronómica es unos de los placeres de la vida al cual hemos arrastrado y contagiado a nuestros dos pequeños. Tal es así, que tenemos en Iñaki un pequeño Gourmet, que estando en un restaurant de pizza, en lugar de pedir el favorito de todos los niños y especialidad de la casa … El «mini Ratatouille» pidió crema de hongos … Y tenía dos añosssss!!!. Bue… el tema es que, como se imaginaran, ir a restaurantes ricos cuando estamos de viaje es punto obligado en nuestro itinerario.
El escenario de esta anécdota entonces es mi restaurant de comida asiática favorito. Nos disponíamos a almorzar y habíamos entrado en la inevitable calecita que implica mantener a los enanos tranquilos hasta que comen el primer bocado de comida y entran ambos en esa concentración culinaria heredada. Estábamos en medio del movimiento: paso las crayolas, saco cuchillo de la mano de la nenita que parece pulpo y ni bien le saco esto, tiene en la otra mano la copa de vino, atiendo o trato de atender las mil millones de preguntas de Iñaki sobre los asiáticos y su comida, levanto 7 millones de veces la servilleta del piso, cuando llega a tomar nuestro pedido la mesera. Ella era una mujer de unos 40 años aproximadamente, con una amabilidad a flor de piel y claramente inmigrante de alguno de los paises donde se cocina de verdad esa maravillosa comida, me animo a decir por su inglés con mucho acento, que una inmigrante bien reciente.
La cosa es que nos empieza a tomar nuestra orden, le hace un par de preguntas a Iñaki, quien todavía no domina el inglés y solo contesta que «yes yes», y antes de irse se queda mirando fijo a Cande y nos hace un comentario:
«She looks asian» (Ella parece asiática), y se va. Yo les confieso que quede «marcando ocupado» un par de segundos y cuando salgo de este limbo en el que mi cabeza procesaba este comentario y miro a Martín, lo veo con cara picara casi a punto de largarse a reír y me dice … » confirmado es la Chini con certificado de origen». Se imaginaran que no paramos de reírnos por un buen rato de la situación.
Esto me dejó pensando sin embargo en que no importa cuán grande e informada sea una sociedad, cuán inclusiva y preparada para atender a Cande sea, siempre vamos a tener trabajo de informar o de hacerlo más en profundidad a alguien. Este desafío me motiva a seguir leyendo e informándome yo.
Pero les confieso que en ese momento ni loca me ponía a explicarle que eran los rasgos de una condición más que una procedencia que compartían, me gustó pensar que la sintió más familiar que a nosotros tres.