El otro día caminaba con Cande por la calle cuando una señora paró a charlar con nosotras y entre las muchas cosas lindas que dijo, hubo una que me dio mucha gracia, me dijo «que divina vestida y peinada está esta niña! Esas colitas tan tiernas» y yo automáticamente me empece a reír, trate de disimular la carcajada que se me venía a la cara, me disculpé diciendo que íbamos apuradas y seguí. La señora debe de haber pensado que yo estaba loca, no estaba muy lejos de la realidad, pero lo que esta señora no sabia es que su comentario me transporto automáticamente a unos minutos atrás, al momento en que decidí vestir a la Chini para salir.
Ustedes se estarán preguntando, y que le puede causar gracia de eso? … Aquí les cuento!
Hace algunos, no tantos meses atrás, vestir y peinar a Cande era un juego de nenas, literalmente, yo jugaba a las muñecas con Cande, ella muy paciente y muy calmada me miraba con su gran sonrisa y aquello de «te como la pancita» y otros juegos típicos a la hora de vestirlos eran la cosa mas divertida y fascinante que le podía pasar en su mañana… Pero todo eso cambió!!!
Ahora, el simple hecho de vestirla se ha transformado en una lucha de carácter personal, yo contra ella, ella contra mi!
Todo empieza con el desafío de que se quede relativamente quieta sobre la superficie horizontal que ese día oficie de cambiador, porque aquello de arriba de la cama o en el mudador, hace rato que dejó de ser. Esto generalmente implica una gran batería de juguetes / morisquetas / frases como «rapidito, rapidito mamá no se demora nada» a lo que ella me responde con su nuevo y característico «pffff» y cara de no muy buenos amigos!
Seguimos con sacarle la ropa, el pañal, limpiar y poner el pañal nuevo, todo esto no puede durar mas de 6 segundos por reloj sino aquella figurita en posición horizontal y cabeza arriba se «torniquea» cual tirabuzón y se zafa de los amarres de esta madre que tiene que andar cazándola para que no escape rauda.
Una vez que conseguí tenerla en pañal limpio y nada mas, empiezo a ponerle la ropa en un vaivén de piernas que patalean, brazos que buscan aquello que esta a unos cuantos metros de distancia de nosotras, alguna carcajada que se le escapa entre las cosquillas que poniéndole la ropa le hago, y algún rezongo que lanza al ver frustrado su intento de escapatoria. Y lo logro!!! Esta vestida!!! Y ahora ??… Las dos mega pruebas finales… El momento donde realmente me pruebo si soy capaz de todo!!! … ponerle sus zapatos y hacerle sus famosas colitas!
Lo primero es como una película de los tres chiflados, nada mas que ahora somos solo dos. Yo pongo un zapato y al minuto de empezar a poner el otro ella se sacó el anterior y así y así, pasando no menos de uno o dos minutos en este circulo vicioso. La segunda, sin embargo, no la hago sola … Nooo, acá cuento con la ayuda de mi arma secreta! Con Cande sentada en mi falda y de espaldas a mi, saco la artillería pesada: mi teléfono celular con el infalible video de «Uptown funk», siiii eseee que no se que le ha hecho a los niños del mundo entero pero que les encanta!!, y en dos maniobras, que requieren de la habilidad de un ninja para atar dos colitas enanas al ritmo de los saltos de esta pequeña bailarina, queda peinada y vestida la Chini …..y yo extenuada, lista para irme a acostar!
Claramente, la Chinita esta creciendo, y yo agotada y todo, lo disfruto! Porque no debe haber mejor indicio de que vamos avanzando que esta inquieta, pero vestidita y peinadita, niña de un año cinco meses!
Y se nos vienen los «temibles dos»!!! Creo que es hora de empezar el gimnasio…
Ay ay ay estás contando mi vida día a día con mi chiquita de 1 y medio!! jaja
Es como que las querés matar pero a la vez te da tanta gracia la fuerza que hacen por escaparse que te terminás riendo!!
Te juro que me imagino todo como si estuviera ahi jaja que divina Cande!!!!
Cómo te entiendo amiga!!!! Decir que con gran alegría y entusiasmo una se acostumbra a la agotadora gimnasia cotidiana 🙂 Divina Cande, es una muñeca encantadora gracias a esa mamá y familia que tanto la quieren y la cuidan.
Aaaaay! A mi se me dibujó una sonrisota al leerte pues yo paso por lo mismo con Bruno y eso que no le hago coletitas! 🙂 se ha vuelto un experto tornillito a la hora de cambiar el pañal.
besos a Cande!